En Agosto de 1921 nació en Valencia uno de los hombres que iban a dejar huella futbolística en nuestra ciudad. Y es que Salvador Monzó fue un jugador de corte defensivo que destacó por su enorme regularidad y lo dio todo por el Valencia, siendo su capitán cuando se consiguió la Copa de 1949. Como anécdota decir que tenía propensión a engordar y que su madre le animaba a jugar a fútbol por los ingresos que reportaba a la familia. Se inició en los Salesianos para jugar posteriormente en el Independiente. Tras pasar por el Levante y el Catarroja llegó al Valencia pero tuvo que regresar al Catarroja tras un canje con Igoa por la gestión de su eficiente secretario técnico Pepe Gil. Al regresar al Valencia se convirtió en el recambio natural de Iturraspe pues este ofrecía irregularidad y aquel intensidad defensiva hasta la extenuación .Con posterioridad pasó a ser extremo derecho de la media al lesionarse Santacatalina en la temporada 1947 – 48 ya que Puchades ocupó su posición natural.
Cuando Quincoces adoptó el cambio a los modernos sistemas Monzó desarrolló su mejor fútbol destacando especialmente por su polivalencia aunque esto no se tradujo en ninguna internacionalidad. Causó baja en junio de 1955 poniendo así fin a una vida deportiva en la que 13 años defendiendo los mismos colores le hicieron merecer el apelativo de “el gran Capitán”. Un buen indicador de la personalidad de Salvador Monzó es su fama de defensa central poderoso, de los que avasallan a los delanteros por su físico. Era una pesadilla en el juego aéreo para los atacantes rivales capaz de elevarse cuanto hiciera falta tras los balones colgados, aunque no alcanzara el 1,70 de altura. Tan fundamental se le consideraba que ,cuando la Federación le sancionó para el último partido de la Liga del 47 por una falta que el árbitro no había visto, el Valencia denunció una confabulación para quitarle el título y se retiró de la Copa, aunque después las cosas se calmaran. La línea Asensi-Monzó sigue teniendo el récord de partidos consecutivos en la historia del club. La Copa de 1954, en la que capitaneó un equipo con ocho valencianos, representó el declive en en la carrera de Monzó. Se retiró finalmente a tres partidos de batir el récord de Asensi.
Cuando Quincoces adoptó el cambio a los modernos sistemas Monzó desarrolló su mejor fútbol destacando especialmente por su polivalencia aunque esto no se tradujo en ninguna internacionalidad. Causó baja en junio de 1955 poniendo así fin a una vida deportiva en la que 13 años defendiendo los mismos colores le hicieron merecer el apelativo de “el gran Capitán”. Un buen indicador de la personalidad de Salvador Monzó es su fama de defensa central poderoso, de los que avasallan a los delanteros por su físico. Era una pesadilla en el juego aéreo para los atacantes rivales capaz de elevarse cuanto hiciera falta tras los balones colgados, aunque no alcanzara el 1,70 de altura. Tan fundamental se le consideraba que ,cuando la Federación le sancionó para el último partido de la Liga del 47 por una falta que el árbitro no había visto, el Valencia denunció una confabulación para quitarle el título y se retiró de la Copa, aunque después las cosas se calmaran. La línea Asensi-Monzó sigue teniendo el récord de partidos consecutivos en la historia del club. La Copa de 1954, en la que capitaneó un equipo con ocho valencianos, representó el declive en en la carrera de Monzó. Se retiró finalmente a tres partidos de batir el récord de Asensi.