
El vuelo de regreso a
Valencia desde
Nottingham en la vuelta de la primera eliminatoria de
Copa de Ferias de la temporada 1961 fue dramático ya que una tormenta sorprendió al avión tanto en
Inglaterra como en
Francia y ya en
Barcelona el piloto no siguió la indicación de que tomara tierra. Lo cierto es que la expedición valencianista regresaba eufórica tras vencer por 1-5 en el estadio del
City Ground y saber que los periódicos de toda
Europa habían recogido aquella gesta. Pero el vuelo
charter de una compañía británica estuvo a punto de estrellarse en los
Pirineos pues la tormenta arreció y se ordenó al piloto que tomara tierra en
Bayona. Este no hizo caso y una violenta granizada hizo que el aparato comenzase a dar tremendos bandazos que hicieron que el avión se resquebrajara, se apagase la luz y que el agua entrase por muchas brechas del fuselaje. El doctor
Ribes administraba calmantes a los pasajeros y vendó la cabeza de su hija pues sangraba abundantemente a causa de un bache que la sacó de su asiento y la arrojó contra el suelo. Los viajeros llenos de pavor pensaron que iban a morir ya que el avión que se había fletado expresamente para ese desplazamiento sufrió daños de consideración. Al llegar ya de madrugada a
Manises muchos se arrojaron al suelo llenos de emoción y comprobaron como las letras del fuselaje se habían borrado literalmente por los efectos del diluvio. Después el piloto se excusó diciendo que había habido una avería en el radar pero parte de la expedición no le creyó y aquello a punto estuvo de pasar a mayores. Ya en acción de gracias por haberse salvado de la muerte, directiva y jugadores asistieron a una misa en el camarín de la
Virgen de los Desamparados. Jugadores como
Piquer, Sendra y
Guillot, que vivieron aquel trance, nos han relatado la angustia que se vivió en ese vuelo. Catástrofes como las de la
Selección de Zambia, Torino o
Manchester United pudieron habernos sucedido...