20 de diciembre de 2011

El entierro de Walter supuso una gran manifestación de duelo en la ciudad.

Walter llegó a Valencia como posible solución al peligro que suponía la política de contención económica del club y, aunque nunca llegó a ser un crack, pronto se ganó a la afición. Por eso, tres mil aficionados se reunieron en la presentación de un brasileño que había sido proclamado mejor jugador del fútbol carioca y artillero más peligroso del Vasco de Gama. Tenía entonces 24 años y medía unos escasos 1,69 cm. levantando tantas pasiones que tan pronto hacía un partido memorable como pasaba desapercibido. Tampoco las frecuentes lesiones le ayudaron al triunfo completo. Además el jugador brasileño tuvo un incidente con Pasieguito pues este criticó con dureza su actitud en algunos encuentros. Pero Walter se consideraba a si mismo un jugador de equipo. Y llegó el 21 de junio de 1961 que fue un día negro en la historia del Valencia. En un terrible accidente de tráfico fallecía el delantero brasileño Walter en la carretera del Saler cuando su SEAT 1.400 se salió de su carril en una curva muy cerrada llamada “la curva de la muerte” y colisionó contra un camión de bebidas refrescantes que iba delante de él. Entonces tenía treinta años y llevaba tres en Valencia donde llegó casado, con un hijo pequeño y donde tuvo el segundo. Antes de llegar a esta curva Walter había rozado a un SEAT 600 y comenzó a dar bandazos a derecha e izquierda hasta la colisión final. Lo cierto es que este era el día del santo del jugador Coll y este había invitado a comer al propio Walter, a Sócrates, Ribelles, Ginesta, Piquer, Sendra, Fuertes y Mestre en el restaurante “La Clemencia”. Así, cuando iban a acompañar a Sendra hasta Sueca se separaron en dos coches en el que ocupaban el primero Ribelles, Sendra, Piquer y Ginesta y el otro iban Walter, Sócrates y Coll ya que Mestre y Fuertes no viajaron. Sus compañeros apenas sufrieron pequeños rasguños. Se da la circunstancia de que Walter no quería ir porque su esposa acababa de salir del sanatorio donde había dado a luz a una niña como cuarta de su matrimonio y cedió ante la insistencia de sus compañeros. Cuando Ribelles se percató de que Walter no llegaba decidió retroceder para contemplar el trágico suceso.
El entierro de Walter fue una impresionable manifestación de duelo en Valencia que congregó a más de 15.000 personas que fue presidida por su viuda y las primeras autoridades de la ciudad. Los jugadores transportaron el féretro a hombros desde el Hospital Clínico hasta los Viveros municipales. Como nota tierna Vicente Perís, entonces secretario general del Valencia, le dijo al niño de Walter que caminaba muy serio: “van a acompañar a papá hasta las puertas del cielo donde ha de jugar varios partidos muy importantes. Cuando regrese en septiembre te traerá un balón blanco para ti solo”. Hay que decir que Walter se encontraba muy a gusto en Valencia a pesar de las diferencias que tuvo con alguno de los compañeros. La afición le quería y el jugador tenía cada vez más dudas sobre si volver a su país para invertir lo ganado en España o quedarse definitivamente con nosotros.