Vicente Guillot dio sin
duda la cuota de valencianía más sanguínea del Valencia de los 60. Destacó sin
duda por su desequilibrante punta de velocidad que provocaba una vez tras otra
que fuera objeto de faltas
constantemente. Tras dos años como jugador del Mestalla, equipo al que llegó procedente de los Salesianos de la Carrera de San Luis, Vicente Guillot debutó
en el Valencia en la temporada 1961-62 tras destacar también el filial como un
ratón escurridizo, un Mañó en versión reforzada. De su especialidad en provocar
penaltis queda buena memoria en los aficionados y también de su maravillosa
entente, esa sociedad férrea y sin fisuras que tuvo con el atleta enorme que
fue Waldo Machado, con el que se entendió a la perfección a pesar de que cierta
parte de la prensa quiso ver en ellos una cierta rivalidad que no era más que
las disputas que en ocasiones se producen entre hermanos que respiran el mismo
aire. Jugador pequeño, rápido, con gran sprint y dribling y tampoco exento de
alguna crítica pues algún tono de irregularidad también hubo en su trayectoria.
Quizás por ello su condena deportiva también fue acompañada de Waldo en el
mismo patíbulo y siendo Alfredo di
Stéfano, con su llegada al banquillo valencianista, su verdugo. Esta decisión
produjo una verdadera convulsión en una hinchada que tenía claro que a ambos
aún les quedaban tardes de gloria sobre la hierba. Ambos formaron una sociedad
tan letal para los contrarios que los quiso fichar el Real Madrid pues Guillot aprovechaba los huecos que el brasileño creaba al retrasarse a cambio de
servirle asistencias a medida. Anteriormente el Celtic de Glasgow ya le había tentado. Y eso a pesar de que al joven Guillot se le
llegó a comparar con la “Saeta Rubia” por su genio fuerte, el pelo rubio y escaso
y que ambos eran capaces de improvisar genialidades camino de la portería. Guillot
suplía con nervio el músculo que le faltaba y sus saques de esquina eran certeros.
Fue además uno de los primeros en lanzar penalties con "paradinha", engañando al
portero en sentido contrario al disparo del balón. Ya en su última etapa creció
en fragilidad y no era difícil tumbarle en cualquier pugna con lo que su genio
se puso protestón y sus lesiones frecuentes. Tras esto, Guillot fichó por el Elche
CF en el que disputó una temporada más a un nivel discreto para retirarse
finalmente a trabajar en la administración de una empresa de transportes.